domingo, 3 de marzo de 2013

SNTE: sede vacante

SNTE: SEDE VACANTE
Wenceslao Vargas Márquez

La tarde del martes 26 de febrero quedará como nueva efeméride de un país que avanzan a trompicones por el derrotero de la historia sin un rumbo claro por la carencia de estadistas. 

La cabeza del SNTE fue relevada luego de unas horas de que la sede nacional quedara vacante a raíz de la aprehensión de su presidenta nacional en un caso de lamentable justicia selectiva.

La justicia selectiva sirve para afianzar gobiernos y darle al Estado un rumbo definido y claro frente a la opinión pública. La costumbre no es nueva: en 1834, el eminente conservador Lucas Alamán, sufrió la persecución de un nuevo gobierno de Santa Anna – Gómez Farías que quería diferenciarse del anterior e imponer ‘justicia’. 

En 1936, Cárdenas persiguió a Calles para afianzar su gobierno y alejarse del pasado inmediato del incómodo maximato. 

En 1989, el gobierno federal encarceló al líder sindical petrolero Joaquín Hernández por razones similares a las que recurre el gobierno actual contra la profesora Gordillo: 1) probar quién manda dando un manotazo a la mesa y 2) diferenciarse de los gobiernos anteriores.

La aprehensión y consignación de Elba Esther Gordillo, ¿ex? lideresa del SNTE muestra, una vez más, el ejercicio de la justicia selectiva para aplanar liderazgos incómodos, independientemente de las múltiples irregularidades que aquí hemos señalado desde hace años y que podríamos condensar en un punto interno: la firme y clara voluntad de la maestra de negarse a informar de los estados financieros del sindicato ni siquiera a los propios agremiados; y uno externo: la falta de orientación de la dirigencia nacional en el nuevo marco político. 

Tan cierta e irrefutable es la falta de informes financieros que ella misma anunció para antes de que acabara febrero de 2013 la creación de un Observatorio que nunca se concretó.

El hecho lo señalamos aquí con insistencia: dijimos en julio de 2007 que era un error crear  la presidencia vitalicia

Apuntamos que las votaciones del SNTE (2305 a cero en octubre al elegir en Congreso a Gordillo para un sexenio y de 268 a cero para elegir en Consejo a Juan Díaz como relevo de ella) constituían votaciones ‘soviéticas’ que coyunturalmente constituían una fortaleza pero que son al mismo tiempo nuestra gran debilidad porque imposibilitan empujar una democracia sindical acreditada. 

Añadimos que desde hacía mucho tiempo la agenda sindical estaba perdida (rezonificación, problemática ISSSTE, bono sexenal, etc.) y que se notaba que no estaban las antenas listas para percibir el nuevo entorno político nacional. 

Este último es lo políticamente más grave en lo externo: perder el olfato para percibir las circunstancias adversas desde que el nuevo PRI (2012) ganó las elecciones presidenciales y puso en el ejecutivo y legislativo federales a muy notorios enemigos personales. El congreso nacional de octubre de 2012 fue el momento para retirarse.

Lo remarcable ahora es repetir lo que ya está escrito líneas arriba: la prisión de la maestra Elba Esther Gordillo es la aplicación de una justicia selectiva que elimina un liderazgo incómodo para el gobierno en el tema de la reforma educativa. Entonces, con el estilo del nuevo PRI, que es el estilo de siempre, se descubre el expediente en algún archivero y se procede.

Lo reprobable es que como país seguimos patinando en los mismos estadios de primitivismo político desde que el imperial Iturbide cayó en desgracia ante la naciente república o el sindicalista Morones y su CROM dejaron de servir al sistema, casos también de justicia selectiva

Cuando menciono este primitivismo me refiero a la selectividad judicial ya dicha y a ciudadanos que se ensañan con la persona caída desde el penoso anonimato de las redes sociales virtuales (exempli gratia: Twitter) sin firma, incapaces de incidir en la política como ciudadanos con nombre propio y rostro visible. Es la celebración cobarde del rencor y no la crítica responsable de ciudadanos que se halla muy lejos del zoon politikon de Aristóteles. 


Este es el estado de cosas de un país carente de estadistas ni en los gobiernos actuales ni en los partidos políticos. Ninguno hay ahora y no se nota a nadie creciendo en el horizonte para hacer de nuestro país un país de instituciones que ya no funciones por la consigna selectiva de siempre ni de ciudadanos anónimos que celebren por rencor desde el anonimato.

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