domingo, 30 de noviembre de 2014

Hoy: el ogro misantrópico



HOY: EL OGRO MISANTRÓPICO
Wenceslao Vargas Márquez
Por fin parece que el presidente y los políticos se preocupan por tener un México en paz. Al parecer, sólo parece (sic).

El mensaje presidencial del jueves 27 de noviembre le ha faltado la autocrítica, un centenar de renuncias y dos centenares de órdenes de aprehensión para que fuese creíble y para que genere la esperanza que debe generar. Un golpe de mano como los que se ha acostumbrado en el inicio de cada sexenio federal. Pero no: siguen al cargo los mismos a quienes se les ha acabado su Camelot dice un columnista nacional: “Dos años le duró al presidente Enrique Peña Nieto su Camelot, el reino fantástico y mítico del Rey Arturo que este jueves en Palacio Nacional (…) mostró que en realidad había una nación rota y corrupta, llena de desigualdades vergonzosas y agravios que no había querido ver”.
Shnagri-la en la película - 1973
¿Podrá el mensaje presidencial y sus consecuencias resolver el grave problema de injusticia de siglos que padece el país? Se ve difícil. Lo veo muy difícil. Pero no es con Camelot sino con Shangri-la con quien debemos comparar. Camelot, la sede del legendario rey Arturo es finalmente (si existieron ambos) un lugar ordinario como residencia. Es la leyenda literal quien los ha hecho míticos. En cambio Shangri-la es el lugar idílico para vivir con habitantes siempre felices. Shangri-la nació a la ficción en 1937 bajo la pluma de James Hilton en una novela. El funcionario Conway pierde rumbo en un avión y termina por llegar al idílico Shangri-la. Allí el segundo en el mando del gobierno se apellida Chang (¡no Chong!). En la película (1973) que he podido ver, Conway logra salir del paraíso pero a pesar de estar a salvo decide regresar al edén que conoció donde todo es comodidad material y espiritual. Se le acabó en dos años el feliz Shangri-la al presidente y al PRI.

Repito la pregunta. ¿Podrá el mensaje presidencial del jueves 27 resolver el grave problema de injusticia de siglos que padece el país? Ceo que no. En México, los poderosos asesinan a los débiles desde la matanza del Templo Mayor de mayo de 1520. Una relación documentada nos la dan Payno y Vicente Riva Palacio en El Libro Rojo (1520-1867) que comienza con el asesinato colectivo en Tenochtitlan y concluye en el Cerro de las Campanas con la sangre de Maximiliano, de Mejía y de Miramón. Si Payno y Riva Palacio creyeron que era el final, se equivocaron. Maximiliano, al morir frente a la metralla republicana, pidió que su sangre fuese la última derramada en el país. Se equivocó también. Después siguió la muerte y la miseria no corregidas por la revolución. Cinco siglos de sangre que incluyen 85 años de PRI no han podido resolver tantos agravios. ¿Entonces? Lo repito: ¿Podrá el mensaje presidencial del jueves 27 resolver el grave problema de injusticia de siglos que padece el país? No se ve por ningún lado que se pueda.

El pesimista es un optimista informado, dijo alguien. José María Morelos, el insurgente más lúcido, prohibió la tortura en los Sentimientos de la Nación de septiembre de 1813 (el sentimiento número 18) pero todos los días que despierta el ciudadano común el dinosaurio y la tortura todavía siguen allí. Dos siglos después debemos concluir que algo anda mal y un discurso presidencial no cambiará esta realidad. Después de la lista de El Libro Rojo siguieron las muerte de un millón de personas en la revolución, siguió Tomóchic en 1891, Madera en 1965, Tlatelolco en 1968, y luego Tlatlaya y luego Cocula y luego Ayotzinapa y en medio de ellos largas notas de desolación y hambre y desesperanza.
OGRO MISANTRÓPICO.
¿Podrá el mensaje presidencial del jueves 27 resolver el grave problema de injusticia y que ya nunca más haya un nuevo Ayotzinapa? No se ve cómo. Si quienes se propusieron ser y se presentaron como la solución (PRD y Morena), resultaron ser los nuevos facedores de entuertos, ¿qué le queda cómo esperanza al ciudadano?

En 1978 presentó Octavio Paz su texto El Ogro Filantrópico en el que enderezó una severa crítica al Estado en general y en particular al mexicano. Dijo: “El Estado del siglo XX se ha revelado como una fuerza más poderosa que la de los antiguos imperios y como un amo más terrible que los viejos tiranos y déspotas. Un amo sin rostro, desalmado y que obra no como un demonio sino como una máquina”. La fina pluma de Paz logró condensar en el título de su ensayo a la antinomia perfecta. Ogro y filantrópico no se llevan pero Paz los unió en esa feliz crítica. Al Estado mexicano debemos quitarle esa paradoja y dejarlo hoy como el Ogro Misantrópico porque ogro y misantropía se concilian.

Una vez más: ¿Podrá el mensaje presidencial del jueves 27 lograr que el estatal Ogro Misantrópico de hoy resuelva el grave problema de injusticia y hambre y que ya nunca más haya un nuevo Ayotzinapa? Respondo que no se ve cómo. Quizá la respuesta se considere errónea por los “idóneos” funcionarios que cobran salarios de pleno latrocinio de 200 mil o 300 mil pesos mensuales y aguinaldos de 600 mil u 800 mil en un pueblo lleno de miseria y hambre. Pregunto de nuevo ¿Podrá El Gigante Egoísta del inglés Wilde convertirse en el cariñoso y bondadoso gigante Gargantúa del francés Rabelais? Al ciudadano de a pie que vivió en los sexenios federales del PAN una cifra imprecisa que ronda los cien mil muertos y desaparecidos, la respuesta le parecerá correcta, pertinente y categórica. ¿Podrá? No.

Teniendo al mando los políticos que tenemos, que han fracasado en todos los frentes, y por su respuesta obvia, acaso lo que a ese ciudadano pueda parecerle impertinente y torpe es que a alguien se le pueda ocurrir –cinco siglos después- que necesitemos plantearnos la pregunta.

@WenceslaoXalapa