LOS CALENDARIOS
ESCOLARES
Wenceslao Vargas Márquez
La conducción de la educación mexicana es con frecuencia
caótica.
Como un ejemplo valga que el calendario de evaluaciones
expedido en 2015 por el Instituto Nacional para la Evaluación de la Educación (INEE)
tuvo al menos 8 versiones a lo largo del año. Como otro valga que las fechas de
aplicación de la etapa tercera de la evaluación docente (segunda con valor
numerario para efecto de permanencia, el examen) tuvieron también varias modificaciones.
Como adicional ejemplo valga que al amanecer el año 2016 lo que se desea
modificar es el calendario escolar.
Si exceptuamos la modificación a 200 días, el calendario
escolar ha sido de lo más estable en materia educativa a lo largo de los años y
los sexenios. Hoy se le quiere modificar. Ya en los años sesenta (1966, bajo
Díaz Ordaz, quien tuvo como secretario de la SEP a Agustín Yáñez) se unificaron
los calendarios pues había dos versiones, el calendario tipo A y el tipo B. Uno
arrancaba en febrero y terminaba en noviembre, el otro arrancaba en septiembre
y concluía en junio. Por aquella época se unificaron para que quedara sólo el
de septiembre-junio.
En años recientes y a raíz del rollo mareador de los 200
días efectivos de clases el inicio del calendario escolar retrocedió a agosto y
su término avanzó hasta julio quedando los ciclos lectivos como agosto-julio. (Entre
paréntesis ¿Por qué se sabe ahora que los 200 días no son importantes? Por dos
razones: Porque de la evaluación docente se quitó la etapa uno que valoraba la “normalidad
mínima” de 200 días y porque ahora con el “calendario flexible” los 200 días
obligatorios ¡ya no son obligatorios!)
Volvamos: Los calendarios se publicaban con los emblemas y
firmas del titular tanto de la SEP como del SNTE, dando valor simbólico (la
política se basa en símbolos, en imágenes) al pacto corporativo del Estado
mexicano con el sindicato magisterial mayoritario. Al calendario 2012-13, en
amarillo, lo exornaba la imagen del
entonces recientemente fallecido escritor Carlos Fuentes y contenía las firmas
de José Ángel Córdoba Villalobos por la SEP y Elba Esther Gordillo por el SNTE.
A raíz de la aprehensión de Gordillo y de la implementación arrolladora de la
reforma educativa, el titular Chuayffet decidió desechar tanto el emblema como
la firma del liderazgo en turno del SNTE en los calendarios que emite la SEP.
Gordillo perdió su libertad en febrero de 2013 y para el
ciclo 2013-14 el calendario (que recuperaba la imagen clásica de La Patria, de González
Camarena) tuvo por primera vez la firma en solitario del secretario de Educación,
Chuayffet. Eran de tanto prestigio la educación y los educadores mexicanos en
los tiempos idos (antes de las insistentes descalificaciones mediáticas al
gremio y al sistema educativo) que la imagen del cuadro La Patria ha servido
para lavar tantito el rostro a ese calendario y a las portada de los libros de
texto.
El calendario 2014-15 tuvo la imagen de la estatua de un
broncíneo Benito Juárez orientando a un adolescente que trae un libro bajo el
brazo izquierdo y también lo firmaba en solitario Chuayffet. El calendario
actual 2015-16 (con la imagen del edificio de la SEP, imagen indicativa de
quién manda) aún lo firmó Chuayffet también en solitario.
Aurelio Nuño Mayer llegó a fines de agosto de 2015 a la
titularidad de la SEP cuando el calendario escolar actual ya estaba publicado y
en marcha. Ahora le toca a él meterle huellas digitales a su propio calendario
escolar y lo primero que se le hará es convertirlo en flexible cuando su
antecesor, Chuayffet, lo que siempre pretendió es que fuese rígido para “obligar”
al sistema educativo a que se cumpliera con los 200 días de clases.
En cuanto a los planes y programas nuevos, estos estarán listos
para el verano de 2016 y se aplicarán en el ciclo 2016-17 o “a más tardar” en
el ciclo 2017-2018 que será el último que inaugurarán Peña y Nuño. Dicho de otra
forma quedarán listos para el sexenio que sigue que también impondrá su propia política
y quizá deseche todo esto como ha sido costumbre en la política educativa.
Los docentes, conociendo nuestra materia de trabajo,
tenemos más razón que los funcionarios en lo que hemos argumentado en los últimos
dos años. En cuanto a la reforma educativa y su más espinosa arista (la
infausta evaluación docente) los docentes no conformes con los procedimientos
hemos argumentado varias cosas. El tiempo nos ha dado la razón. El 17 de
diciembre de 2015, mediante el comunicado 41, el INEE hizo un balance de las
evaluaciones docentes aceptando todas y cada una de las fallas que los docentes
hemos señalado.
Una semana después, el 23 de diciembre, escribió Eduardo Backhoff
Escudero (consejero titular del INEE, en “La evaluación docente a prueba”), una
larga lista de fallas de la evaluación docente, redacción que lo mismo la firmó
él como pudo haberla firmado un maestro “disidente”. Plantea incluso “un alto
en el camino antes de tomar decisiones con base en ella”, con base en la
evaluación. De ese tamaño es la crítica y la tímida autocrítica. Salió
la SEP de inmediato, en voz del subsecretario de Educación Básica, Treviño, a
decir que a pesar de todo esto, a pesar de toda esa crítica e irregularidades,
la evaluación docente va, de todas maneras va. Resumo:
Las fechas de
evaluación docente general se modificaron muchas veces; las fechas y sedes del examen
docente en particular, también fueron modificadas sin escrúpulos ni disculpas.
Las etapas de evaluación eran cuatro obligatorias y ahora son tres (obligatoria
una, optativas las otras dos, según el Diario Oficial de la Federación del 13
de noviembre 2015). El informe de responsabilidades profesionales del director valorando
al docente era importantísimo, desde noviembre ya no importa. Urgía cumplir 200
días de clases, ahora ya no tanto. El calendario de Chuayffet era rígido; el de
Nuño será flexible. Así las ocurrencias caóticas que el docente debe acatar
sumisamente.
Falta ahora que
la SEP deshaga lo que hicieron Agustín Yáñez y Díaz Ordaz en 1966 y recreen
(todo se puede manosear en educación), revivan, los calendarios tipo A y tipo B
y en el vértigo de la orgía “reformadora” sexenal armen, con la nomenclatura de
la hepatitis, un calendario tipo C.
Twitter @WenceslaoXalapa