Schmelkes y la solución razonable
Wenceslao Vargas Márquez
Antes, durante y después de las vacaciones escolares ha
estado vigente el tema de la reforma educativa y su arista más espinosa que es
la evaluación docente. Algunos agentes sociales y políticos empiezan a entender
que la reforma educativa sería más transitable si la evaluación docente tuviese
otras características.
El 11 de julio el titular de la SEP se dio el plazo de 45
días para hacer un replanteamiento íntegro del proceso dentro del marco de la
legislación vigente, cuando es justamente la legislación vigente (el cese y la
expulsión del aula) la causa del problema de instrumentación que tiene la
reforma. Con el mes de agosto acaba el plazo ofrecido.
El SNTE, en desplegado del 7 de julio planteó al gobierno
en el punto 3 (de 10) quitar a la evaluación (docente) “toda visión o acción sancionadora
o punitiva”. El párrafo dice: “Tercero. Exigir a la SEP, al INEE y a las
autoridades educativas estatales, que reconozcan que la formación inicial,
continua y la profesionalización docente, representan el eje de la Ley General
del Servicio Profesional Docente. En ese sentido, exigimos eliminar del proceso
de evaluación toda visión o acción
sancionadora o punitiva”. Las negritas
corresponden al original.
En el quinto punto del documento se plantearon características
detalladas que el sindicato magisterial mayoritario desea, en la petición de
que se elaboren “nuevos instrumentos de evaluación”. Dice el párrafo después de
reclamar también la regionalización de los contextos: “Incorporar al proceso de
evaluación del desempeño: la autoevaluación, la evaluación entre pares, la evaluación
de directores y de colectivos docentes, como formas de participación directa de
los trabajadores en el proceso, con la finalidad de lograr una evaluación más
realista”.
Se pidió enseguida que la evaluación docente se haga dentro de la jornada laboral (negritas en el original). El 20 de agosto la prensa recupera la afirmación del líder nacional del SNTE que las propuestas del sindicato, para resarcir las inconsistencias del proceso de evaluación, “avanzan por buen camino”, y el plazo se vence con el mes de agosto.
¿Y qué dice la autoridad mientras tanto? A mediados de
julio, el día 11, la doctora Schmelkes, del INEE, declaraba que
un punto a analizar de la reforma es la posibilidad de ser
flexible en la evaluación para los profesores. El día 16 iba más allá: “A pesar de reconocer que la reforma educativa tal como
está aprobada
En entrevista con La Jornada, anunció que entre las medidas que podrían aplicarse a la próxima etapa de la evaluación del desempeño –contemplada para noviembre– está
pudiera no ser la que requieren el país y el magisteriopara alcanzar una educación de calidad, Sylvia Schmelkes del Valle, presidenta del Instituto Nacional para la Evaluación de la Educación (INEE), sustenta su rechazo a una modificación legislativa de fondo, porque
llevaría mucho tiempo y podría generar cosas que ni siquiera están previstas.
En entrevista con La Jornada, anunció que entre las medidas que podrían aplicarse a la próxima etapa de la evaluación del desempeño –contemplada para noviembre– está
cambiar su naturaleza para hacerla voluntaria”.
Dos cosas a rescatar: la negativa de Schmelkes a una “modificación
legislativa de fondo” y el que la evaluación docente sería ‘voluntaria’ en
noviembre. Consideramos desde este espacio que las dos afirmaciones son perfectamente
compatibles y sigo aquí las palabras de Gilberto Guevara Niebla en su columna
semanal del primer día de agosto (La CNTE: maximalismo o negociación): “La
formulación maximalista es un juego de todo o nada. Esta rigidez es el
verdadero punto débil de la coordinadora”. Y concluye su idea con una
afirmación que respalda lo que estamos escribiendo aquí. “Para todos es
evidente que una solución parcial es razonable”. Excelente el que Guevara
Niebla diga que hay puntos medios viables, razonables, de coincidencia, entre
los inconformes y el gobierno.
Para responder esto debemos partir de una premisa: el
conflicto magisterial va para largo. No vemos desde aquí una solución en el corto
plazo mientras el gobierno federal y muchos estatales son los más desgastados
con los renacidos problemas de corrupción e impunidad (que hasta el PRI se
escandalizó, que ya es bastante, y plantea expulsiones). Se desinfla la autoridad
moral, no hay dinero para tutores, no hay para infraestructura ni para una
evaluación docente decorosa (dijo la doctora Schmelkes: “metimos números y
logística y no alcanza”).
Y la premisa más grave que ya comprendieron desde Guevara Niebla (INEE) hasta Armando Ríos Píter (PRD): el problema radica en la evaluación del personal antiguo para efecto de permanencia. Es el principal problema. Dijo Guevara Niebla en la casa Museo Trotsky: “El Consejero del INEE aclaró que la evaluación que está en el centro de la polémica sobre la Reforma Educativa es la ‘evaluación de desempeño’, no la de ingreso ni la de promoción”. Exacto. Por fin alguien pone el punto sobre las haches.
Y la premisa más grave que ya comprendieron desde Guevara Niebla (INEE) hasta Armando Ríos Píter (PRD): el problema radica en la evaluación del personal antiguo para efecto de permanencia. Es el principal problema. Dijo Guevara Niebla en la casa Museo Trotsky: “El Consejero del INEE aclaró que la evaluación que está en el centro de la polémica sobre la Reforma Educativa es la ‘evaluación de desempeño’, no la de ingreso ni la de promoción”. Exacto. Por fin alguien pone el punto sobre las haches.
Ensayemos entonces los puntos medios de esa solución razonable.
¿Cuáles podrían ser? Puede modificarse el artículo octavo transitorio de la ley
docente (y no puede decir la doctora Schmelkes que esa es una modificación
legislativa de fondo), es un transitorio de la ley secundaria, de manera que la
reforma constitucional y las reglamentarias quedan intactas. Se intercalan
trece palabras en el transitorio octavo para que la evaluación sea optativa y
las consecuencias actuales del transitorio (la expulsión del docente de su aula)
sea aplicable sólo a quienes opten por las evaluaciones.
Pero supongamos (y es la realidad) que no hay voluntad
política de hacer esta modificación legislativa menor de parte de nadie, ni siquiera
de parte de ‘la esperanza de México’. Aun estando así las cosas la evaluación
docente para permanencia del personal antiguo (‘centro de la polémica’ y
carente del suficiente presupuesto) puede ejecutarse por la vía de los hechos como
voluntaria sin esa modificación legislativa menor que ya hemos ensayado desde
este espacio.
Lo que podrían hacer las autoridades es precisamente convocar a voluntarios dentro de cada nivel y subsistema. Técnicamente los no voluntarios estarían a la espera de una evaluación que no llegaría y ya sabemos que en 2015 fue evaluado sólo el 15% del personal nacional, falta el 85%. Imposible. El gobierno salva así el principio de autoridad (que también le preocupa a López Obrador).
Lo que podrían hacer las autoridades es precisamente convocar a voluntarios dentro de cada nivel y subsistema. Técnicamente los no voluntarios estarían a la espera de una evaluación que no llegaría y ya sabemos que en 2015 fue evaluado sólo el 15% del personal nacional, falta el 85%. Imposible. El gobierno salva así el principio de autoridad (que también le preocupa a López Obrador).
Se
usaría el escaso presupuesto existente en aplicar la evaluación docente a estos voluntarios
antiguos, más sus repeticiones al año de los que no acrediten, más sus
repeticiones al cuarto año a los que sí acrediten, más las evaluaciones cada
año a los de nuevo ingreso, más los directivos, y a todos ellos,
en todas las etapas, verdaderas evaluaciones incorporando el desaparecido
Informe de Responsabilidades Profesionales (que firma el director validando el
desempeño diario del docente) más la observación en el aula, más la coevaluación.
Sería el ensayo íntegro de una solución razonable. ¿Por qué no hacer así la evaluación docente cuando las propias autoridades dicen que la reforma educativa es un proyecto de muy largo plazo? ¿Por qué no hacerlo así cuando el 2018 ya asoma su nariz y su estridencia?
Sería el ensayo íntegro de una solución razonable. ¿Por qué no hacer así la evaluación docente cuando las propias autoridades dicen que la reforma educativa es un proyecto de muy largo plazo? ¿Por qué no hacerlo así cuando el 2018 ya asoma su nariz y su estridencia?
Además, el ruido político estará
muy alto en 207 y 2018 y los docentes no tendremos el silencio necesario para ponernos
a estudiar.
Twitter @WenceslaoXalapa