martes, 17 de diciembre de 2013

El SNTE y Torres Bodet en 1943



EL SNTE Y TORRES BODET EN 1943.
Por Wenceslao Vargas Márquez

El SNTE nació hace 70 años por voluntad del gobierno de la república y en un marco de estado de guerra internacional declarado desde año y medio atrás, mayo de 1942, contra el eje Berlín-Roma-Tokio.

EL presidente Ávila Camacho estaba urgido de un relevo en el titular de la Secretaría de Educación Pública en el marco de la política de Unidad Nacional y que tendría como primera y urgente actividad la fundación del Sindicato Nacional de Trabajadores de la Educación, SNTE, sindicato hoy desdentado por voluntad del mismo gobierno de la república y del mismo partido político. Recordemos cómo lo apuntó en su diario el hombre elegido por el presidente para fundar el SNTE: Jaime Torres Bodet:

“El 21 de diciembre de 1943 sonó en mi despacho el teléfono de la red gubernamental. Tomé el audífono. Reconocí la voz apacible y suave del presidente Ávila Camacho. Su llamada me sorprendió, porque habíamos conversado ampliamente días antes, y no pensaba yo que tuviese él algún asunto especial qué recomendarme en esos momentos. “Quisiera hablar con usted”, me dijo. Luego, con su cortesía característica, me preguntó si podría ir a verlo, antes de las doce. Eran las diez de la mañana (...) En el automóvil que me condujo al Palacio Nacional, me pregunté varías veces: ¿qué desearía don Manuel?

“(…) En lugar de iniciarla (la conversación) con el comentario de alguna de las cuestiones confiadas a mi cuidado, don Manuel, sin exordio alguno, me interrogó acerca de los problemas relativos al magisterio, y trató de indagar mi opinión respecto a las dificultades surgidas entre sus “líderes” (comillas de Torres Bodet, W) Optó, en seguida, por describirme cuántos contratiempos podrían surgir si fracasaba el congreso de unificación que varios grupos magisteriales iban a celebrar, a partir del 24 de ese mes, en el Palacio de Bellas Artes. Según insistió en explicármelo, el licenciado Véjar Vázquez se hallaba convaleciente de los resultados de una intervención quirúrgica, que pudo ser grave, y su permanencia al frente de la secretaría de Educación plantearía serios obstáculos al éxito del congreso

“(…) Acudí a todos los argumentos: la esterilidad de un cambio tardío, que parecería una concesión a la extrema izquierda y disgustaría a los amigos de Véjar Vázquez (…) Nada de cuanto dije lo persuadió. Sentí que su decisión había sido madurada muy detenidamente y que –por escasas que fueran mis aptitudes- no había encontrado a ningún otro candidato en quien pudiese depositar su confianza de hombre. Esta consideración, a la postre, fue la que me venció. Después de un último intento de resistencia acepté el encargo. Y, antes de despedirme, le pregunté qué deseaba hacer en lo relativo a la inauguración del congreso magisterial. “Prepare usted su discurso”, me dijo rápidamente. Y agregó: “Iremos juntos a Bellas Artes. Usted tomará posesión el 24 por la mañana. Pero, por la tarde, su mensaje a los maestros serán, en realidad, su presentación”.

Estas palabras están tomadas del primer tomo (720 pp.) de las ‘Memorias’ de Torres Bodet, quien añade: “El viernes 24 me dirigí a la secretaría de Educación Pública. Serían las once de la mañana, cuando llegué al despacho del secretario (...) La tarde del 24 de diciembre fue seca y un poco fría (…) Al entrar al Palacio de Bellas Artes, el general Ávila Camacho fue recibido con un aplauso muy afectuoso (…) El sábado 25 recibí, en la Secretaría, a las delegaciones sindicales de los Estados (…) El congreso terminó sus labores en la tarde del jueves 30. Asistieron a su clausura el secretario de Gobernación, licenciado Miguel Alemán, y el licenciado Vicente Lombardo Toledano, a quien se debía, en parte muy apreciable, la unificación de los maestros. En virtud de la posición que ocupaba en el gabinete, el primero, con su presencia, demostraba públicamente el valor de la reunión. El segundo pronunció un discurso muy aplaudido, y muy eficaz”.

Han pasado 70 años desde entonces, siete décadas desde que la revolución impulsó desde la presidencia de la república la fundación del SNTE y creó en este sindicato todas las características que tendrían en sus casi tres cuarto de siglo de vida: la designación y/o validación de sus dirigencias  por parte de los  gobiernos.

Torres Bodet dice en sus Memorias (p.238) que Luis Chávez Orozco, primer secretario general del SNTE, había sido subsecretario de Educación. En 1943 un funcionario de la SEP se movió hacía el SNTE para dirigirlo. Poco menos de 70 años después, un allegado al SNTE, Fernando González Sánchez, fue a la subsecretaría para dirigir a la SEP desde allí. La simbiosis fue por siete décadas permanente y elástica.

Pero el idilio se rompió con la Ley General del Servicio Profesional Docente (2013) que rompió el principal pacto que tuvo en todo momento el magisterio con los gobiernos de la revolución: la garantía que por 70 años dio el Estado mexicano al magisterio de permanecer en el empleo. Este es un derecho –un pleno derecho- desaparecido ya y que es imposible negar o desmentir.
     
@WenceslaoXalapa